Quítate la máscara

Quítate la máscara

¿Alguna vez te has visto al espejo y has pensado “No se quien soy”? No hablo de tu físico, o de la vestimenta que llevas ese día. Estoy hablando de tu identidad. 


Cuando somos apenas unos niños es muy fácil expresar lo que realmente pensamos, pedimos sin miedo lo que queremos y sin ninguna vergüenza rechazamos lo que simplemente no nos apetece, pero cuando vamos creciendo aprendemos a decir o hacer lo necesario para  obtener aceptación y pertenecer a cierto grupo de personas. Aprendemos a usar máscaras dependiendo la ocasión y el lugar, vivimos tan inmersos en esa falsa identidad que de repente, cuando menos lo piensas te miras al espejo y simplemente no eres tú. Y tu interior lo sabe,  pero parece como si has caminado tan lejos de tu identidad que estás extraviado, y no sabes como regresar a la esencia de quien eres en realidad. 

Te puedo hablar de mis máscaras, han ido desde la máscara de la estudiante desinteresada, de la esposa intachable, de la profesional exitosa, de la cantante cristiana. Pero una de las que más me marcó fue la máscara de “la perfección”. Soy la que no se enoja con nadie y es paciente con todos, la que esta todos los domingos lista para cantarle a Dios, la que no pasa por crisis y puede con las crisis de todos los demás. La que toma decisiones correctas todo el tiempo y por cierto siempre se ve bien y nunca está triste.  

Puede ser que leas eso y te parezca exagerado, pero realmente esa era mi vida, o al menos lo que mostraba de mi vida. Creo que desde que me convertí en una adolescente adopté esa máscara y me esforcé en sostenerla incluso por encima de mi bienestar emocional.

Mi hermano mayor estaba por casarse, era un momento que todos habíamos estado esperando. Pero justo dos meses antes de su boda yo tomé la decisión de divorciarme. ¡Contraste total!

Solo  algunas semanas habían pasado desde que estaba de vuelta en casa de mis padres, apenas había podido quitarme la máscara del matrimonio perfecto y comenzaba a comprender que la vulnerabilidad es buena y necesaria. Pero había muchas otras máscaras que me tocaría ir derrumbando de una en una hasta volver a sentirme libre de ser yo misma.

Así que ahí me tienen, en la despedida de soltera de mi hermosa cuñada; y aunque estaba muy alegre por los novios, mi corazón seguía echo pedazos.

Ahora lo pienso, tal vez debí haber dicho, “discúlpenme si me pierdo este evento”, o  “no puedo ayudar en esta ocasión”. Creo que hubiera sido lo más sano pero, tenía miedo de herir a las personas que amo. Ni siquiera estaba comprendiendo que en ese momento  NO SE TRATABA DE MI. Ellos igual hubieran tenido un momento increíble. Pero yo en lugar de tomarme mi tiempo y dedicarlo a sanar, estaba ahí, con mi máscara, pretendiendo estar entera y feliz. 

Recuerdo que en unas 3 o 4 ocasiones durante el evento tuve que huir y encerrarme al baño por algunos minutos, para evitar quebrarme en llanto frente a los invitados. Me quedaba ahí, respiraba profundo, me repetía “estás bien, estás bien” y volvía a la fiesta con mi sonrisa de siempre.

No te voy a mentir, quitarse esas máscaras no es fácil, no es rápido y es doloroso. Pero cuando por fin te ves al espejo y vuelves a verte a TI, con tus miedos, defectos, imperfecciones…pero !Hey! LIBRE de vivir y sentir, sin miedo al qué dirán o a no ser aceptada por los demás.

En la Biblia en Colosenses 3:9-10 dice:

“Dejen de mentirse unos a otros, ahora que se han quitado el ropaje de la vieja naturaleza con sus vicios, y se han puesto el de la nueva naturaleza, que se va renovando en conocimiento a imagen de su creador”

La vieja naturaleza es la forma de vida que nos aleja del diseño original de Dios y que se ha convertido en natural para nosotros, pienso que los vicios de esta naturaleza son la constante necesidad de aceptación, de estatus, de querer vernos de cierta manera, porque ¡realmente es un vicio! La perfección y la autocrítica, la vergüenza, todo se convierte en un circulo del que es dificil salir.

El verso Bíblico comienza diciendo “Dejen de mentirse unos a otros”. Todos anhelamos conexión y relación. Fuimos hechos para vivir una vida conectada con los demás. Pero cuando nos escondemos tras esas máscaras nos impedimos a nosotros mismos experimentar esa profundidad en nuestras relaciones. Tienes miedo a que tal vez, si supieran como eres en realidad, te dejarán de amar. Pero es que en realidad no vas a experimentar el verdadero amor y la verdadera conexión hasta que alguien te conozca tal cual eres.

Hice muchas cosas que no concuerdan con quien realmente soy con tal de ser aceptada, pero al enfrentarme a una realidad que no se puede esconder, como lo es un divorcio, me di cuenta que si quería cambiar mi futuro y no cometer los mismos errores, solo tenía una opción; Quitarme la máscara y mostrarle al mundo quien soy.

Soy una mujer insegura, tengo miedo a estar sola, no soy disciplinada, se me olvidan las cosas… eso es porque soy distraída, batallo para expresar mis emociones, practico conversaciones en la ducha,  me muero de nervios siempre antes de cantar y otras cien cosas negativas que te puedo decir de mi. Pero la verdad es que cuando acepté todo eso y dejé que otros lo vieran comencé a ver aquello que sí me gusta de mí pero que se había escondido junto con todo lo demás al construir esas barreras que no dejaban a nadie pasar. 

Soy paciente, soy empática, me gusta escuchar, me gusta hacer sentir seguras a las personas, , soy independiente, soy creativa….

Me quité la máscara y comencé a experimentar la profundidad en mis relaciones que siempre había anhelado. Con mis papás, hermanos, amigos, comenzaron a llegar nuevos amigos, nuevas experiencias, nuevos aprendizajes. Dejé de sentirme responsable de las reacciones de los demás y me sentí libre.

Hoy te quiero invitar a que identifiques las máscaras en las que te has estado escondiendo, que te regales la oportunidad de experimentar una profundidad y una conexión real y única con Dios y en tus relaciones. Despójate de tu vieja naturaleza y de los miedos que te han detenido todos estos años. Dios te ama tal y como eres, y al tener una relación honesta con Dios, Él no te dejará en el mismo estado, la vida se convierte en una jornada de aprendizaje diario y se descentraliza del “yo, yo , yo” para convertirse en “nosotros”, “todos”.

Termino con 3 puntos para recordar:

  1. Busca la honestidad ante todo
  2. Ten compasión para ti y para los demás 
  3. Quítate la máscara y ponte la nueva naturaleza que Dios tiene para ti todos los días.

– Cindy Arguello 

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