Parece como si la pandemia global por la que estamos atravesando ha sacado lo peor de mi. La “yo” llena de ansiedad y miedo esta a la vista y se niega a retirarse.
Durante estos meses se ha vuelto casi rutina salir a dar una vuelta por la colonia con Gadiel, mi hermano. Usamos ese tiempo para despejar nuestras mentes del trabajo diario.
Hoy mientras caminábamos veíamos todas estas hermosas casas con jardines y grandes arboles afuera, hermosos ventanales y hasta un perro en sus yardas. Entre más nos adentrabamos en la colonia más me incomodaba, y es que en este momento de pandemia mundial no tengo idea de qué hacer para comprar una casa, ¡al menos tener un perro! Entonces un pensamiento apareció en mi mente: “estos paseos en ves de ayudar, me deprimen más, creo que le tengo miedo al futuro”. Fue tan natural decirlo que honestamente me asustó un poco.
Te voy a explicar de que parte de mi preocupado cerebro salió ese pensamiento. Estoy en mis treintas y aún no cumplo con los estándares sociales, no tengo una casa propia o hijos o nada de lo que parece que las personas dentro de las casas en mi vecindario tienen. Ver todo esto me hizo sentirme tan detrás de mis propias expectativas. Y lo que fue pensado como un paseo de relajación se convirtió en el paseo de la desgracia. (Ademas Soy dramática por naturaleza).
¿Te has encontrado ahí alguna vez, en el paseo de la desgracia? Vas caminando y todo parece tan complicado, das vuelta en la esquina y algo te recuerda lo que no tienes, cruzas la calle y la magnitud de un problema te recuerda lo pequeño y frágil que eres. Quieres avanzar pero todo lo que está adelante se ve borroso, quieres saludar al perro del vecino y sus ladridos son tan fuertes como la presión de la sociedad.
Honestamente, ¡yo no quería seguir con el paseo!, quería darme la vuelta y regresar a mi departamento, encerrarme en mi cuarto y distraer mi mente con cualquier basura que pudiera encontrar en internet. Sin embargo mi hermano me insistió a seguir. Él realmente disfruta esos paseos, siempre me hace bajar la velocidad de mis pasos para que disfrute aún más. Disfrutar más… ¿cómo lograr disfrutar más cuando dentro de tu mente hay una tormenta de quejas, miedos y dudas mezcladas como en ese omelet quemado que hice esta mañana?
Pero al desacelerar mis pasos comencé a entender un poco, hay tanto que observar allá afuera; y así mismo es la vida, si bajas la velocidad de tus pensamientos y emociones, puedes permitirte a ti mismo disfrutar el proceso, aprender de ti y de lo que te rodea.
Filipenses 4:6-7 dice:
“No se inquieten por nada; más bien, en toda ocasión, con oración y ruego, presenten sus peticiones a Dios y denle gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, cuidará sus corazones y sus pensamientos en Cristo Jesús.”
Filipenses4:6-7NVI
Disfrutar el paseo para mi significa 3 cosas:
1.No inquietarse. En otras versiones de este mismo verso dice “por nada estén ansiosos”. La ansiedad es el miedo al futuro, y déjame te digo algo… el miedo al futuro es causado por la falta de esperanza. Pero Dios es nuestra esperanza y no lo que podamos construir por nuestro propio esfuerzo, por lo tanto, inquietarse realmente no sirve de nada.
2.Estar agradecido. El agradecimiento cambia tu perspectiva, te ayuda a enfocarte en lo que Sí tienes. Tener un corazón dispuesto al agradecimiento disminuye la tristeza que causa el enfocarse solo en lo que te hace falta. Piénsalo bien, siempre hay algo por lo que podemos estar agradecidos.
3.Orar en toda ocasión, TODA ocasión, aún cuando no tienes motivación, aún cuando crees que ya oraste suficiente… ¡NO! Vuelve a orar, dale gracias a Dios por lo que si tienes y preséntale todas tus necesidades. Pero se honesto cuando lo hagas, no juegues al “sencillito” delante de Dios. Dile la verdad…¿Qué necesitas?
Después de pasar por estos 3 pasos podremos experimentar PAZ y la promesa de que Dios mismo cuidará nuestros corazones y pensamientos. Y tiene sentido, ¿como no tener paz si estás libre de ansiedad?, ¿cómo no tener paz, si estás constantemente agradecido?, dejamos de tenerle miedo al futuro cuando sabemos que nuestro Padre conoce todo lo que necesitamos, Él es nuestro futuro, Él es nuestra fuente de esperanza.
Te estoy diciendo todo esto mientras yo misma intento hacerlo una realidad en mi vida, pero realmente espero y oro que a partir de hoy, tú y yo dejemos de temerle al futuro y aprendamos disfrutar el paseo.
– Cindy Arguello
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